MARZO 8. MUROS

Hubo una vez un hombre que creció en un hogar alcohólico. Aprendió desde muy pequeño a construir un muro de seguridad a su alrededor, una barrera contra el dolor y la locura que lo rodeaban. Creció, se casó y tuvo una familia adorable, pero solo su esposa mostraba afecto a los niños. Él amaba a su familia, pero no podía demostrarlo.

Cuando su hija adolescente se volvió químico-dependiente, el pareció tomarlo muy bien. Se mantuvo fuerte y rechazo todos esos “malos sentimientos” en el fondo de su alma. Nunca dejo salir su enojo, su dolor, ni sus miedos.

Una noche en una junta de FAMILIAS ANÓNIMAS, vio a un papa romper en llanto por su hijo, y algo se rompió dentro de su corazón. Cuando se acercó a su compañero, y para su sorpresa, el también empezó a llorar. Hablando de su propio dolor en un esfuerzo para consolar a otros, se encontró a gusto consigo mismo.

Finalmente pudo expresar sus propios sentimientos dolorosos. Pudo sacar el dolor y al hacerlo, se dio cuenta de que no estaba solo. Olas de amor de parte de todo el grupo llegaron a él. Sus muros invisibles se derrumbaron y el hombre empezó a sanar.

Hoy alejaré los muros que rodean el dolor que necesito compartir para poder dejarlo ir.